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El Consejo de Gobierno ha aprobado la concesión de subvenciones por un importe global de 758.139 euros para financiar programas dirigidos a menores y jóvenes en riesgo de exclusión social y menores infractores.

Estas ayudas promoverán la integración social y el acceso al empleo de estas personas, además de financiar el programa de acogimiento de menores extranjeros no acompañados procedentes de Canarias.

Una de estas subvenciones asciende a 297.500 euros y se concede a la Fundación Diagrama / Intervención Psicosocial para financiar en 2010 el Programa de Lucha contra la Discriminación de menores y jóvenes en riesgo de exclusión social que han cumplido o cumplen medidas judiciales.

Se prevé que, este año, participen en el programa entre 200 y 250 jóvenes que cumplan o hayan cumplido una medida judicial, derivados del Programa de Mediación del Ministerio Fiscal o procedentes del sistema de protección.

La iniciativa se desarrolla en todas las provincias de Castilla y León a partir de cinco sedes cuyo ámbito de actuación abarca toda la Comunidad. Las sedes se encuentran en Valladolid -actúa sobre Valladolid y Benavente-, León, Salamanca -actúa en Salamanca y Zamora-, Burgos -Burgos, Soria y Palencia- y Segovia -Segovia y Ávila-.

Navegando por mis suscripciones a youtube, me he encontrado con este vídeo que habla sobre la historia de las drogodependencias para después centrarse más en la prevención.

Es un vídeo que a mi me ha parecido interesante, habla de la sociedad actual del consumo y de los factores de riesgo y de protección de los adolescentes frente a las drogas.

La Fiscalía acusa formalmente de maltrato psicológico al director y a dos empleadas del centro tutelar Lar Río Casaio
Se imaginan a unos educadores obligando a una niña de siete años a comerse sus propios vómitos como castigo. Que encerrasen a esa misma pequeña durante una semana en una habitación o la tuviesen un día entero de pie cara a la pared. Que a una joven de 17 años le digan «eres una puta y tu familia no te quiere». Es estremecedor y difícil de creer y más si esto sucede en un centro tutelar de menores. Pero podría ser una cruda realidad.
El caso se remonta a finales de septiembre del año 2008 cuando una joven tutelada por la Xunta puso a la Fiscalía tras la pista de unos hechos que semejan salidos de una película de terror. El escenario en que acontecieron fue el centro de protección de menores Hogares y Apoyo al Menor Lar Río Casaio en la capital ourensana, clausurado el pasado año. Los protagonistas el director y dos cuidadoras del mismo, que acaban de ser acusados por la fiscalía de Ourense de presunto maltrato psicológico a menores y contra su integridad moral, con el agravante añadido de abuso de superioridad. La fiscal Elena Fernández que instruyó la investigación, casi dos años después de iniciadas las diligencias del caso, considera acreditado, según señala en el escrito de acusación, que las educadoras «practicaban indistinta y reiteradamente una serie de castigos vejatorios y degradantes sobre los niños cuando se portaban mal», en especial sobre los más pequeños e indefensos, que tenían siete años.
EL CASO DE LAS GEMELAS. De acuerdo con las declaraciones tomadas por la fiscal, concluye que a dos gemelas de siete años, cuando se orinaban en la cama, como castigo, «les hacían comer cebolla cruda, bien al desayuno o en la merienda, y les obligaban a ponerse las bragas suicias en la cabeza», con las que andaban por el centro todo el día.
Según recoge el citado escrito de acusación del Minsiterio Público, otra menor de 17 años reveló que el director le habría dicho en una ocasión «como sigas así tu futuro es la calle con la piernas abiertas, tu familia no te quiere, tú estás aquí porque tu madre está en la calle y no tiene tiempo para cuidarte», a sabiendas de que la chica estaba en tratamiento psicológico.
Zarandeos, un chaval que se orina encima «por el temor que le infundió el director» se suman, entre otros, a la lista de episodios de maltrato sistemático que se produjeron en este centro tutelar, cuya supervisión correspondía a la Xunta y que fue cerrado.

Hola mis queridos niños:
Hoy hace exactamente 3 meses que os secuestraron (eso si con la ley en la mano) de vuestra familia.
Hoy hace tres meses que empezó nuestro mayor calvario; el mío es el mayor calvario que he padecido en mi vida, y mira que por desgracia me ha tocado sufrir en esta vida, pero esto supera con creces todo lo anterior.
Y, es que no es tanto por lo que yo estoy pasando, sino por que sé lo que stais sufriendo vosotros, desde vuestra inocencia; inocencia truncada por unos sujetos que no tienen sentimientos, que en lo único que piensan es en cerrar expedientes y engordar las estadísticas, ya que según dice la responsable de vuestra situación, lleva 36 expedientes mas y eso es mucho. SENTIMIENTO DE ABANDONO, que me imagino será parecido al que siente un niño cuando se pierde en unos grandes almacenes, “PERDIDO, DESUBICADOS, DESCONCERTADOS E INCONSOLABLES”, y también sentimiento de culpa, porque yo que también os conozco, se que pensareis ¿qué HEMOS HECHO para merecer esto?, vosotros mis amorcitos, no habéis hecho nada, solo ALEGRARNOS LA VIDA ,ya que sois dos niños tan encantadores que habéis sido una BENDICION para todo el que ha tenido la suerte de cruzarse en vuestro camino.
Lo que habéis tenido es la mala suerte de que en vuestro camino se crucen PROFESIONALES de la INCOMPETENCIA, FALTA DE HUMANIDAD, IRRESPONSABLES y sin EMPATIA haciéndoos victimas del denominado MALTRATO INSTITUCIONAL que en esto si que “APRUEBAN”.
Caímos en la trampa de creer que los Servicios Sociales, que han demostrado ser INSOCIALES, que estaban para ayudarnos y resulta que están para destrozar familias y promover el MAL SUPERIOR DEL MENOR.
Mis queridos “Flor del Perú y Roble” quiero que sepáis que tanto la Mari como yo estamos luchando, lo que nadie sabe para que vuestro sufrimiento se acorte lo máximo posible, y empiece el sufrimiento de quien ha causado el vuestro, tenemos muchos apoyos, AMNISTIA INTERNACIONAL ;un programa de T.V. va a hacer un programa especifico de casos como estos, hemos creado una asociación “www.anprodefa.org” para ayudar a familias en circunstancias como la nuestra ,Izquierda Unida se ha solidarizado con nosotros ,y nos está ayudando mucho, posiblemente tengamos que pedir una comparecencia de la CONSEJERA, para ver si se entera de lo que está pasando en DESPROTECCION DE MENORES; y muchas mas cosas a nivel nacional que ya se sabrá.
Como veis QUERIDOS NIÑOS no paramos de luchar para conseguir vuestro rápido RETORNO, ya que aunque el DAÑO ya os lo han causado, vamos a lograr entre TODOS los que os queremos, que sea el menor posible, poniendo todo lo que haga falta de nuestra parte, para lograrlo y que ESTO lo consideréis un mal sueño.
Solo vivo para el momento en que os estreche entre mis brazos, colmaros de besos y pediros PERDON por haber confiado en una INSTITUCION.
Deseando abrazaros pronto BESOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Pobres niños pobres

De Enrique Martínez Reguera.
Cuando la gente piensa en los pobres suele hacerlo como lo hacía en tiempos remotos: refiriéndose a la pobreza como una situación simplemente carencial. Eso, en mi opinión es un error, no porque no existan en la actualidad situaciones de extrema indigencia, sino porque de entonces acá se les han ido añadiendo nuevas y mayores penurias.
En los treinta años que llevo conviviendo y trabajando con población infantil y juvenil marginada, hemos atravesado tres etapas en las que la pobreza se nos ha ido poniendo cada vez más cuesta arriba.
Llamaré a la primera etapa, años 70, de POBREZA CARENCIAL.
Como el adjetivo indica consistía en carecer de alimento suficiente, de vivienda digna, de vestido adecuado… pero esa forma de pobreza, aún siendo atroz, gozaba todavía de algunos bienes que entonces no percibíamos. Los habitantes de barriadas pobres tenían arraigo y constituían un tejido social. Gozaban de ubicación, de sentido de pertenencia y de un cierto reconocimiento de dignidad, “pobre pero honrado”, se decía entonces; en determinados barrios o pueblos la gente se sabía desvalida y esto les unía y solidarizaba mutuamente; la familia extensa y el vecindario conservaban conciencia de clan y diversidad suficiente como para disponer de cierta capacidad autodefensiva; e incluso de alguna cultura, marginal y anticuada, pero ancestral.
De repente, los años 80, de transición, de la caída del Estado frente al Capital, los políticos introdujeron determinadas variables que, sin aliviarnos para nada de la pobreza carencial que padecíamos, le añadieron un nuevo tropel de riesgos y penurias, hasta cambiar la condición del pobre: de ser-en-peligro a ser-peligroso. Es la etapa de la POBREZA DEGRADANTE, etapa en la que se criminaliza la pobreza, lo cual no es extraño porque en la lógica del Capital el mayor delito es la indigencia. El pobre pasó de ser lo que era, objeto de conmiseración, piedad o caridad, a ser objeto de reproche y cautela y, en consecuencia, de hostigamiento y control.
Algunas de las variables políticas que lograron esta transición a peor fueron, sobre todo, la devaluación de la mano de obra: hasta entonces la principal regla del trabajo era la proporcionalidad entre esfuerzo y beneficio; pero con el paro estructural nos hicieron resbalar del trabajo como ley de vida al trabajo como privilegio, aún siendo trabajo basura. El paro transformó al pobre esforzado, en excedente inútil.
Añadámosle otro eficaz desestabilizador social: las drogas, tras las que se agazapan los financieros y sus políticos domésticos y que obligaron a los padres a desconfiar de sus hijos y a unos vecinos a desconfiar de los otros. Las drogas también deterioraban la buena relación entre esfuerzo y beneficio.
Asediados por el paro y asediados por las drogas, infinidad de pobres se convirtieron en indeseables, peligrosos potenciales y enfermos, objeto de alarma social, dignos de cualquier desconfianza y hostigamiento preventivo.
Y criminalizada así la pobreza, todavía nos esperaba el peor de los abismos: el de su rentabilización: los pobres como nuevo yacimiento laboral, cuarto sector, los pobres como estrepitoso negocio.
Es la etapa de los años 90 y siguientes, de la POBREZA RENTABLE.
El servilismo de la clase política a la voluntad del Mercado, para sacar de todo, incluso de los indigentes, la máxima rentabilidad, nos ha hecho resbalar de una sociedad de consumo a otra de consumidores y consumidos, en la que el que más tiene termina consumiendo al que no tiene, cual de si de una cosa cualquiera se tratase: es la nueva explotación de la pobreza, la pobreza como algo muy rentable.
Pero ¿qué podrían hacer para sacar provecho del que ya nada tiene?. ¿Cómo sacarle rentabilidad precisamente a los pobres?. Sencillamente, suplantando su pobreza real por otra virtual, más aprovechable. Para ello han empleado diversos procedimientos. Procedimiento 1, hacer a los pobres casi invisibles, reducir su número y existencia real al número de plazas atendidas; procedimiento 2, rodearles de mediadores que desvíen los recursos que les corresponden; procedimiento 3, encubrir sus problemas carenciales con otros de diseño, virtuales, para confundirles y confundirnos sobre lo que realmente les está ocurriendo.
Os voy a aclarar el procedimiento 1, con un ejemplito muy sencillo. Según datos del Observatorio Social de la Unión Europea (que nos ofreció la Cruz Roja Española el 20 de noviembre pasado con motivo del día mundial de la infancia) en España hay 2 millones de niños que padecen “pobreza severa”, algo así como 22 estadios Bernabéu llenos de niños indigentes. De los que proporcionalmente 200.000 le corresponderían a la Comunidad de Madrid.
Pero ocurre que el Instituto Madrileño de Atención a la Infancia, que tiene en exclusiva el monopolio de la responsabilidad de todos los niños en situación carencial, sólo reconoce la existencia de 6.000 (que es el número de plazas que ha puesto a su disposición). ¿Y qué ocurre con los otros 194.000 desatendidos? Pues es muy sencillo: que oficialmente no existen, de momento han sido invisibilizados.
Veamos la primera consecuencia que se sigue de esto: el mencionado Instituto recibe anualmente del Estado en torno a 13 mil millones de pesetas al año, con los que deberían atender a los 200.000 muchachos indigentes (a cada familia por niño y año le corresponderían 96.000 pts.). Pero como han decidido que 194.000 no existen, pues corresponderían a cada familia dos millones por niño y año…
Pero como esto no parece razonable y además es ya tópico que “los pobres se lo gastan en vino”, para eso se les aplica el mencionado procedimiento 2, que consiste en rodearles de mediadores, que sustituyan las ayudas directas por ayudas indirectas, cuanto más indirectas mejor, para que el dinero se vaya quedando por el camino. O sea, que además de volver invisibles a los pobres, así mismo se puedan volver invisibles los dineros que les corresponden.
También esto lo explicaré con otro ejemplito muy sencillo. Un Ayuntamiento periférico de Madrid hace un concierto con el mencionado Instituto de Atención al Menor para hacerse cargo de los muchachos problemáticos de su distrito y el Instituto se los encomienda junto con los correspondientes dineros del presupuesto… menos la partecita que se queda por gastos de gestión. El Ayuntamiento a su vez se los encomienda a Cáritas con los dineros correspondientes… menos la partecita que se reserva por gastos de gestión. Tampoco Cáritas como el Ayuntamiento mete a los muchachos en sus despachos sino que se los encomienda a su vez a una Institución religiosa, pasándole las correspondientes subvenciones… menos la partecita que se queda por gastos de gestión. Y finalmente esa Institución abre pisos que habita con los chiquillos y se los encarga a estudiantes de psicología social y educación social, que finalmente se ocuparán de ellos a cambio de vivienda, comida y una pequeña gratificación para gastos de bolsillo.
Eso explica que según el propio Boletín Oficial de la Comunidad, más del 45%, de los 13 mil millones que podrían beneficiar a las familias en ayudas directas, se invierte en personal mediador.
Tan eficaz administración del hambre ajena ha hecho proliferar naturalmente una repentina constelación de ONGs, Fundaciones y Empresas “sin afán de lucro”, como Diagrama, Cicerón, Respuesta Social Siglo XXI, Grupo Norte, y así hasta el infinito; que a pesar de su bisoñez y de su desdén por el lucro podrían servir como paradigma de éxito para las empresas de gestión pública y privada: La fundación Grupo Norte, por ejemplo, que dice atender niños, pero que también engloba Forsel (trabajo temporal), Prosintel (seguridad), Limpisa (limpieza), Ibérica (servicios sociales), y Signo, pasó de disponer de 2.500 empleados en 1998 a cerca de 4.000 en el 2002; y de facturar 4.991 millones de pesetas a facturar casi el doble ese último año.
Leo y transcribo textualmente del Informe del Defensor del Pueblo, año 2001, refiriéndose al centro de internamiento El Pinar (que cuenta con 40 plazas para muchachos, sólo 30 de ellas ocupadas ese año): “La plantilla constaba de 33 educadores (algunos de ellos maestros y un educador de árabe). Además también disponía de los siguientes profesionales: 4 tutores, 1 coordinador tutor, 3 coordinadores, 1 jurista, 1 psicóloga, 1 trabajadora social, 2 médicos, 2 ayudantes técnicos sanitarios, 1 maestro de taller de jardinería, 1 maestro de taller de carpintería, 1 maestro de taller de informática, 2 auxiliares de cocina, 2 cocineras y 2 personas de limpieza”. O sea, 30 muchachos explicando el salario de 57 empleados.
Y eso viene a ilustrar el que según el mismo Informe, en el Pinar al Grupo Norte, el coste medio le salga por 39.000 pesetas/chico/día, o lo que es lo mismo 1.170.000 por chico al mes: más de 14 millones por chico al año: 427 millones por atender a los 30 muchachos.
Excuso decir que el chollo tiene dimensión estatal y hasta internacional, no sólo en la Comunidad de Madrid: en el centro interno Monteledo, que gestiona la Fundación Diagrama en Ourense, invirtieron 24.629 pesetas por chico/día. O sea casi 180 millones al año por los 20 chiquillos.
El centro Peñalara, concertado con la Asociación Respuesta Social Siglo XXI, funde 13 millones y medio por chico y año, es decir la módica cantidad de 136 millones, pues sólo atiende a 10 muchachos. ¿Se imaginan que a una familia pobre con cinco hijos (la mitad de prole que en el centro Peñalara) le dieran también la mitad de esos 136 millones/año?: ¿Mediadores que atienden a las familias, o niños pobres que se han vuelto el cuerno de la abundancia retribuyendo a sus ángeles custodios?.
Todo un mérito de la empresa privada, que aún encima nos ha de parecer barato, puesto que si volvemos al Informe del Defensor del Pueblo, comprobaremos que en los centros Renasco (19 plazas), Altamira (20 plazas) o en El Madroño (15 plazas), todos ellos de gestión “pública”, sale todavía más caro: 45.000 pesetas de media, chico/día, es decir, 16.425.000 pesetas/chico al año, o lo que es lo mismo casi 246 millones y medio por 15 plazas.
De El Madroño nos dice el Defensor del Pueblo: “La plantilla del centro es la siguiente: 2 personas en el equipo de dirección, 1 psicólogo, 1 trabajador social, 1 médico (asistencia diaria), 1 ayudante técnico sanitario, 1 maestro de escuela, 2 maestros de taller, 14 educadores, 11 técnicos auxiliares y el personal de servicio”. Más de 34 salarios para cuidar 15 chicos.
Pero lo más desazonante es que, tras ese bulto de cifras, el propio Defensor del Pueblo se vea en la necesidad de constatar (refiriéndose a El Pinar, el de los 427 millones al año): “Sobre la situación de este centro, se recibió un informe de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en el que se exponía que presentaba un panorama enormemente preocupante, en el que destacaban retrasos en la comunicación al Juzgado y Fiscalía de Menores de la imposición de sanciones o la interposición de recursos, malos tratos y violencia física desproporcionados por parte de los vigilantes de seguridad, que habían llegado a la inmovilización con grilletes en la cama durante toda la noche, la suspensión total de actividades educativas para todos los menores ingresados en la sección cero, continuos episodios de autolesiones por parte del grupo de menores de dicha sección, utilización generalizada de la sanción de separación de grupo. Igualmente se ponía de manifiesto la carencia de las condiciones mínimas de habitabilidad de la sección cero, sin cristales en las ventanas y con las paredes quemadas”. A mal cristo mucha sangre.
Lo primero que me sorprendió cuando empecé a convivir con muchachos marginales, y de ello hace ya treinta años, fue que la Fiscalía de aquel entonces reconociese que, de los muchachos que habían pasado por el centro Sagrado Corazón de Carabanchel, más del 75 % habían terminado en la cárcel. Imaginaos un industrial que fabricara tornillos y que después de 60 años de ejercicio comprobara que de sus fábricas en vez de tornillos salían chorizos. Si no acomete una inmediata reconversión industrial, qué duda cabe que ese empresario vive de la charcutería.
Se me dirá, lo sé, que además de pobres, se trata de muchachos muy difíciles. Pero también se corre el riesgo de que estemos virtualizando, perpetuando y agravando sus problemas para poder incrementar los beneficios, puesto que a mayor gravedad, mejor se justifica el volumen y la duración del dispendio.
Y ahora es cuando he de explicar aquel procedimiento 3 que mencioné y que consistía en suplantar severos problemas carenciales por problemas de diseño, de diversa naturaleza, virtuales. Qué duda cabe que al Mercado le interesa diversificar la mercancía. Y ya he expresado mi “opinión” de que en esta sociedad de consumidores y consumidos, los pobres se han convertido en mercancía. Los chiquillos simplemente pobres, reclaman sencillamente atención social, pero todas las profesiones imaginables serán pocas si en vez de pobres los chiquillos son: “hiperactivos”, “disléxicos”, “inadaptados”, “violentos callejeros”, “abusones sexuales”, “necesitados de logopeda”, “disruptivos”, “con trastornos de conducta”…
Y así ocurre, leo en Internet del Diario El País (19-11-02), que la Comunidad abrió en septiembre en Carabanchel 20 plazas de las que ya tiene ocupadas 11, en el centro Los Rosales gestionado por la Asociación Respuesta Social Siglo XXI, para muchachos acusados de “violencia callejera”. Cada plaza ocupada cuesta ¡66.221 pesetas/chico/día!, o sea más de 24 millones chico/año, y es que la “peculiar” diversidad de su conflicto mueve mucho más dinero y produce mayor rentabilidad. Por los 11 muchachos casi 266 millones al año.
¿Podrá extrañarnos que el último programa del gobierno ponga tanto énfasis para encerrar incluso a los rateros que reincidan cuatro veces en intentar seguir comiendo?. Y además por esa vía podremos ¡ahora sí! volver a vislumbrar los 194.000 indigentes, que haberlos haylos, pero que de momento habíamos olvidado invisibilizados. Porque seleccionar a la muchachada que alimentará a tanto benefactor sin afán de lucro es tarea muy laboriosa, ardua y delicada, que obligará a engrosar informes y más informes, expedientes y más expedientes… de perlas para tanto profesional angustiado de no encontrar trabajo.
Tengo un chiquillo que, aún siendo muy listo, padece su fracaso obligatorio en el colegio desde hace muchos años; pero no se nos permite buscar ninguna salida: profesores, trabajadores sociales, psicólogos… primero del ámbito académico, después del Ayuntamiento, luego del Instituto del Menor, tienen clarísimo que ninguna de sus instituciones tienen nada que ver en el fracaso, y por consiguiente la responsabilidad es sólo del chico, es “su” problema o subjetivo o familiar. ¿Criminalización del fracaso?: se trata de individualizar la culpa, de subjetivar el conflicto. Tengo ante mí el expediente de otro chiquillo, la criatura tenía seis años y ya había pasado por decenas de servicios e innumerables profesionales. Los informes del expediente pesan un kilo. Sin embargo, los que le conocemos, sabemos que se trata de un problema carencial virtualizado de mil caprichosas maneras. Por ahí asoma mi hipótesis de que con la caída del Muro de Berlín y la concentración del Capital y la difusión de la pobreza, las clases medias habían empezado a resbalar hacia el paro y había que ofrecerles un medio de subsistencia. Y cuál mejor que integrarles en ese ejército de salvación para evitar que los pobres se empecinen en ser inútiles o, lo que peor sería, levantiscos.
Y l@s nuestr@s son niñ@s privilegiad@s ya que viven en «la sociedad del bienestar», pero ¿que será de l@s pobres y l@s huerfan@s en Gaza?, ¿como mantener los ojos cerrados y la conciencia tranquila ante el dolor de es@s niñ@s que también podrían ser l@s nuestr@s? y sobre todo ¿como seguir manteniendo esta indiferencia que es complice y mata tanto como las armas?. Como dice Enrique y desde el fondo de mi revueta conciencia les grito a todas esas instituciones y sus cloacas que deberían resolver estas injusticias: «POBRES NIÑOS POBRES »

Los Nadie

«Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadie con salir de pobres,
que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadie la llamen,
aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadie: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.»

Eduardo Galeano

La educación es un elemento de control social pero nosotr@s podemos convertirlo en una estrategia de rebelión orientado a la mejora de la realidad social. «El amo nunca dejara de ser amo si el esclavo no se revela».
Aqui es donde yo empiezo a encontrarle sentido a la educación social porque la docilidad es sinónimo de debilidad, cobardía o sumisión.
Llevo dos días redescubriendo con mis niños Pipi Calzaslargas y es increible la admiración que despierta en ellos (y en mi) la irreverencia de la serie: señoras metomentodo aburridas y cargadas de prejuicios que pretenden «ayudar» con su asistencialismo, policias torpes y abusones, forzudos derrotados por alguien mucho más pequeño que ellos y encima mujer y un buen número de tópicos desmontados con magistral gracia; he recordado la envidia y admiración que me causaba esa niña valiente y sin prejuicios para la cual vivir no eran más que un monton de actividades que con un poco de creatividad siempre podían ser más divertidas.
Ahora que esta de moda repetir una y mil veces que los niños necesitan límites es un buen momento para volverla a ver y recordar como pensabamos, como sentíamos, que era lo que nos hacía felices cuando eramos niños. Nos haríamos un favor a nosotros mismos si recuperasemos algo de los niños que fuimos, todavía esta ahi en algún rincón de nuestra memoria.
En España 350.000 menores entre 6 y 14 años pasan las tardes solos en casa y 70.000 cenan sin sus padres, llevan la llave colgada al cuello desde pequeños, no tienen a nadie que les riña o controle, nadie les ayuda a hacer los deberes y nadie comparte sus logros del día a día. Están acostumbrados a estar solos y a hacer lo que quieren.
¿Límites?, lo que los niños necesitan es experimentar la vida en todas sus vertientes, caminar mucho por todos sus caminos y que alguien responda a sus preguntas para luego dejarles que ellos elijan libremente; la vida ya se encarga de ponerles esos límites y ¿como vamos a enseñarles a ser responsables si no tienen la posibilidad de equivocarse?.
Vuelvo a firmar las palabras de Enrique Martinez Reguera: «Toda privación de libertad es suplantación de responsabilidad y no es precisamente suplantando a otro como podremos cultivar su identidad ni su responsabilidad.
Toda educación que no sea un fraude debería aplicarse a compartir seguridad, intercambiar estima, reforzar la propia identidad en reciprocidad, propiciar y exigir autonomía, aprender a optar y respetar la opción del otro. Todo lo contrario que el afán de dominio»

La bicicleta

Llevaba tres días atada a la farola de esa calle y no había visto a ningún vecino nuevo en el barrio. Le intrigaba y atraía sobre todo por su color azul brillante y lo antigua que era pero lo que más le provocaba era la osadía con que retaba a la mala fama del barrio al mismo tiempo ignorandola. ¿De quien sería?.
No podía dejar de imaginar a la chica, porque solo podía ser una chica, romántica, idealista y muy atrevida.
Llevado por un impulso se apresuró a subir por la escalera de un portal cercano que encontró abierto; pensó que quien dejaba la bici en la calle tres días necesariamente debía dejar el portal de su casa abierto. No sabía lo que iba a decir pero subió decidido pasando de largo todos los pisos hasta llegar al último y llamó a la puerta.
No se sorprendió cuando le abrió la puerta una mujer, su rostro marcado por las arrugas reflejaba un sufrimiento muy antiguo, casi más viejo que ella, pero su mirada era jovial.
«Hola soy tu vecino y quería darte la bienvenida al barrio, si necesitas alguna cosa»- consiguió decir.
Ella lo miro sorprendida, por lo que él pensó era una osadía, pero lo invitó a entrar al piso que era de una única estancia, tomaron un té amargo con cardamomo sentados en una de las muchas cajas de libros que ella aseguro eran los que llenaban de gentes su mundo.
Miró en derredor y aunque no reconocía nada sin embargo todo le era muy familiar; mientras hablaban de cosas triviales solo pensaba en la cercanía y el afecto que sentía por aquella mujer, como si la conociera de toda la vida.
Amontonados por doquier había diccionarios, manuales de filosofía y de historia, novelas, revistas y cuadernos abiertos siempre con algo escrito y a veces tachado con rabia. Todavía no se había instalado y no había en la estancia más muebles que unas cuantas estanterías, una mesa camilla y dos sillas, ella le dijo que no necesitaba más porque no le gustaba dedicar mucho tiempo a limpiar. La habitación sin embargo ya reflejaba su personalidad dibujada a grandes trazos en el color y calor que daban dos pañuelos colgados de las ventanas y unos cuantos cuadros dispares entre si pero muy hermosos y expresivos.
Todavía no había visto allí en el rincón el caballete con el cuadro a mitad de pintar, desde él le sonreía un rostro muy parecido al suyo. Se quedo ensimismado, mirándolo incrédulo.
«No eres tu»- acertó a decir ella.
«Pero se me parece».
«Tu te hiciste a ti mismo con trozos de gentes y yo pinte el cuadro con retazos de recuerdos»
«Ya pero somos casi iguales».
«No, tu estas vivo».
«Pero tu me imaginaste antes de conocerme».
«Pero tu existías antes de que yo te imaginase»
Salió a respirar a la terraza y dejo que su vista se perdiese entre los tejados. Estos siempre le devolvían a la infancia, a ese tejado en el que se refugiaba cuando quería huir de los adultos y en el que se sentía a salvo y libre. Al tejado del orfanato donde se crió y desde el que veía el mundo a sus pies por una vez pequeño y a su alcance. Y desde allí vio la bicicleta diminuta, allí abajo impasible y sola, vieja y hermosa.

La infancia es el período de formación de las grandes estructuras de la persona, de la construcción de la propia identidad. Gran parte de los niños están con sus familias y que cuando son mayores pasan a residir en una residencia, hogar asistido o piso tutelado. Si lo comparamos con los servicios que se ofrecen a los niños en situación de riesgo social, rápidamente veremos que la conexión infancia-discapacidad y educador social forman parte de una geografía poco explorada. Podemos situar, sin hacer un análisis exhaustivo -y por lo tanto corriendo el riesgo de equivocarnos-, la presencia de educadores sociales en las escuelas de educación especial, en los CRAE, especializados en niños con discapacidades, y en algunas residencias que acogen a niños con algunas plurideficiencias, además de algunos proyectos experimentales que trabajan con niños autistas y psicóticos. No nos referimos a los niños con discapacidad atendidos en servicios «normalizados», que no están especializados en la discapacidad. Seguramente se trata de un territorio que está explorado por el campo médico y escolar marcadamente, y muy poco por el campo social.

Por lo tanto, debe abrirse un debate serio y profundo sobre si es pertinente o no la presencia del educador social en contextos donde se acoge a niños con discapacidades. Este debate hay que hacerlo obligatoriamente cuando entran en juego figuras profesionales no cualificadas (al menos universitariamente hablando) que acceden a estos mismos lugares de trabajo.
Los fundamentos de la dignidad del riesgo pasan, tal como Desjardins propone, por no construir comunidades paralelas. La comunidad paralela aleja a los niños de la comunidad «real», aislándolos y raptándolos de la experiencia de la simbolización. Debe darse la posibilidad de que los niños pasen por las diferentes etapas del ciclo vital y no estén aislados en una eterna infancia. Para hacerlo posible es necesario experimentar el «riesgo».

La pregunta más pertinente que podríamos hacernos es: ¿los educadores sociales permitimos que los niños con discapacidad experimenten este riesgo? Hacernos la pregunta no es entrar en un juego de pura retórica ni tampoco el hecho de situarnos en el terreno de la inocencia profesional. No dejar experimentar el riesgo tiene consecuencias claras, casi siempre negativas. Un pequeño ejemplo nos lo puede aclarar: si un niño o adolescente puede llegar a hacer una actividad él solo, sintiéndose una persona autónoma y autodeterminada, es importante facilitarle esta experiencia.

En el momento del juego, es donde mejor podemos estudiar el problema, arreglar el rompecabezas. Los niños actúan violentamente, muchas veces convencidos de que es así como deben hacer. El niño imita al padre, la niña, a la madre. Crecen desestructurados.

El niño donde más aprende y con lo que más descubre es con el JUEGO. El juego es un terreno lleno de posibilidades para que NOSOTROS los educadores/as, descubramos cualquier problema que los niños estén atravesando. Al mismo tiempo es un terreno crucial para reeducar conductas desestructuradas.

Sabiendo que una de las funciones del educador/a es la del ACOMPAÑAMIENTO, estamos de acuerdo en que es el educador el profesional que más tiempo pasa con los niños. En este «estar juntos», se crean lazos de amistad, de cooperación y es fácil, en la mayoría de los casos, la confidencialidad. A veces, por un simple gesto, se descubre una anomalía en la actuación del niño/a, un grito repentino, una patada a destiempo, una falta de colaboración inusual, etc., son índices de alarma.

La experiencia con los niños/as hijos de mujeres maltratadas hace ver la importancia de dejarles ser verdaderos protagonistas. En las conversaciones, en los juegos, etc. no podemos estar continuamente censurándoles. Es mejor dejar que vayan sucediendo las cosas, sin que se salgan de lo normal (tomando nota) y, eso sí, actuar en el mismo momento de la infracción.

Nuestro cometido con estos niños/as es, al menos este es mi criterio, la reeducación de esas conductas y el ofrecer siempre otros caminos para decir SÍ, cuando es SÍ, y NO, cuando es NO.

Otra de las funciones que ejerce el educador/a, para mí muy importante, es la de conciliador. Estos niños/as, necesitan una figura, un referente estable, y ya que han fallado sus padres, buscan en nosotros a esa persona segura, que les dé seguridad. Este hecho es más visible en los adolescentes.

Considero necesario que los educadores/as seamos personas con valores y principios, que seamos íntegros y no débiles ni dubitativos en nuestro quehacer. Con capacidad de escucha; sabiendo observar además de ver.

La imagen que damos reeduca y educa también a aquellos con los que trabajamos.